Dentro del mundo de la carne, el pollo pertenece al grupo de las llamadas “carnes blancas”. Tiene ese nombre simplemente por el color.
Se trata de una carne que es fácil de diferir y es muy tolerada por quienes padecen trastornos digestivos, ya que su tejido es más fácil de desintegrar.
En nuestro país es la carne más consumida, con una media de consumo de 24 kg/hab. Es un alimento muy versátil a la hora de cocinarlo. Tenemos muchísimas recetas a nuestro alcance y es una carne recomendada por los médicos, siempre que hagamos un consumo racional.
Se puede suministrar a los niños de pequeños y también recomendado por las madres gestantes y lactantes.
Si analizamos 100 grs de pollo encontraremos que tiene un porcentaje de agua del 75%. Su valor calórico está entre 110 y 130 kcal. Tiene un alto nivel de proteínas, aportando entre 25 y 30 gr.
Hablamos de una carne de altísima calidad, que contiene todos los aminoácidos esenciales. De bajo contenido en grasa en 11 grs por cada 100 grs de carne y una alta digestibilidad.
Como datos anecdóticos podemos decir que el muslo de pollo es la parte que aporta más grasa, aunque sea poco y que el pechuga de pollo tiene un elevadísimo contenido en selenio, que cubre el 70% de los requerimientos diarios de un adulto.
No todos los pollos son iguales
Que la carne sea mejor o menos depende de dos cosas fundamentales: la confortabilidad de los animales y su alimentación. Entendemos por confortabilidad el lugar en el que estos animales han vivido.
Hay granjas industriales donde son criados de forma intensiva, con crecimientos espectaculares a base de malnutrirlos, con antibióticos, hormonas y otros factores y también hay granjas en las que hacemos las cosas diferentes, donde los pollos son alimentados con productos naturales y donde tienen un espacio adecuado a sus necesidades.
Dentro de los pollos hay diferentes categorías y en nuestro caso, utilizamos siempre pollo amarillo catalán categoría “extra”. Es la mejor categoría, es el mejor pollo.