La hamburguesa ha rejuvenecido en los últimos tiempos. Icono de la gastronomía norteamericana y de la globalización, en el último lustro se ha convertido en un plato gourmet.
Cada vez hay más restaurantes con ideas innovadoras en torno a este producto, con recetas frescas, nuevos ingredientes y nuevas posibilidades, un denominador común en la cocina actual. Pero la hamburguesa tiene antepasados muy distantes en el tiempo. Sus primeras referencias aparecen durante el mandato del emperador romano Tiberio, denominada como «Isicia omentata» en el libro de Marcus Gavius Apicius «De re coquinaria».
Era un plato de gran facilidad para cocinarlo y para transportarlo, por lo que era habitual que las legiones romanas lo utilizaran en sus campañas bélicas, sobre todo después de la ocupación de Germania. Pero quienes hicieron de ella un plato que arraigó en el tiempo fue una tribu nómada en la Edad Media.
Los mongoles, en sus continuos desplazamientos, transportaban su propia comida, compuesta de lácteos y carne de caballo o de camello. No fue hasta la época del mongol Gengis Khan cuando el plato se extendió. La expansión militar de los mongoles, con su caballería extendiendo sus fronteras hasta las actuales Rusia, Kazajistán y Ucrania, pasó sin tiempo para el respiro.
Los jinetes debían comer en marcha muchas veces, y la facilidad de preparar unas tiras de carne en forma de filete ensaladas con especias y trituradas, que se colocaban debajo de la silla de montar para que con el trote y el calor animal se cocinara . Su facilidad para comer y transportar permitió su expansión por el territorio mongol, lo que facilitó la adopción de la carne de caballo en la gastronomía tártara y la aparición de un plato típico tártaro, el Steak tartare.